Críticas

Papabubble

Los nostálgicos que añoran sus días de infancia y la inocente capacidad de sorprenderse de los niños pueden revivir sus años más dulces con Papabbuble, una tienda de caramelos artesanos donde descubriremos que los caramelos no son sólo cosa de niños. De hecho, durante mi visita, observo que los cuatro clientes que hay en la tienda son adultos que, me da la impresión, vienen más bien a darse un capricho que no a comprar golosinas para sus hijos.

Pappabubble es la tienda-taller de dos australianos afincados en Barcelona que en el 2003 se embarcaron en esta aventura con la que demuestran día a día que son verdaderos artistas. De hecho, su éxito ha sido tal que posteriormente han abierto tiendas en Amsterdam, Tokio y Nueva York.

Esta encantadora fábrica se ubica en un establecimiento con más de siglo y medio de historia que, desde 1834 hasta poco antes de la llegada de Papabbuble, albergaba la centenaria latería de Aquil•li Maggí. Sus escaparates, que hacen esquina con el carrer Ample y el carrer Plata, atraen como imanes a todo aquel que pase por delante. Sus estanterías están llenas de potes de cristal y probetas de colorines que anuncian, junto con el aroma azucarado que emana del interior, que dentro nos espera un mundo de colores, olores y sabores. Y así es: una vez dejamos atrás los grandes porticones azul marino de la puerta, nos sentiremos como Charlie en la fábrica de chocolate.

En este mágico entorno el espectáculo está garantizado. Si tenemos suerte podremos ser testigos de la elaboración 100% artesana de los caramelos más originales de la ciudad. El punto de partida es una mezcla hecha con agua, azúcar y glucosa, con la que se consiguen caramelos y piruletas de los más vistosos coloridos, dibujos, formas y sabores (los hacen de hasta cuarenta sabores distintos, desde los más tradicionales hasta los más insólitos y atrevidos). Este taller en directo se repite unas seis veces al día ante las bocas abiertas de un público muy variopinto que literalmente alucina con esta exhibición de pura artesanía. Todos y cada uno del los caramelos son, pues, únicos, además de deliciosos, y nos los sirven con gracia en potecitos muy monos.

Así que ya sabéis, si queréis recrearos la vista, daros un capricho dulce o hacer un regalo original y personalizado (convierten las ideas de sus clientes en caramelos o piruletas), acercaros a Papabbuble, un auténtico paraíso de azúcar.